Serie Grafito

El teatro interior de Roberto Orallo

En estos dibujos a grafito, Roberto Orallo nos invita a cruzar el umbral de la conciencia para adentrarnos en un teatro de sombras, tensiones y rostros dormidos. La composición, organizada en una retícula rigurosa, fragmenta el espacio en pequeñas escenas donde figuras humanas estilizadas se deslizan, forcejean o simplemente habitan un mundo gobernado por la presencia imponente de grandes rostros, casi siempre con los ojos cerrados.

Cada trazo de grafito es un gesto de inmediatez y libertad, un ejercicio íntimo que, en palabras del propio Orallo, es como saludar a lo que vivimos:

“Son auténticos amigos, conocidos y queridos. Es una de las expresiones que dan libertad. Un ¡hola! a lo que vivimos. Son únicos.”

El grafito, en sus manos, deja de ser un simple medio para convertirse en un lenguaje directo, casi confesional. Las líneas tensas y los contrastes de luz y sombra no solo construyen formas, sino que insinúan una cartografía emocional, una exploración de la condición humana, atrapada entre la vigilia y el sueño, entre la acción y la contemplación.

En esta obra, la repetición de los rostros y la fragmentación de la escena sugieren la multiplicidad de la identidad y el peso de la memoria. Las figuras parecen moverse entre los hilos de una existencia que no controlan del todo, evocando la imagen de marionetas en manos de una voluntad mayor: la del inconsciente, la historia o el propio tiempo.

Orallo nos recuerda aquí que el dibujo es también un espacio de reflexión, un laboratorio visual donde las preguntas sobre el ser, la libertad y la memoria toman forma en el blanco del papel y el trazo del lápiz. Un espacio donde cada espectador es invitado a reconocerse en esos hilos, esos rostros, esos compartimentos de la mente.