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Homenaje a la poesía de Jose Hierro
En 1986, Roberto Orallo presentó en la Fundación Marcelino Botín la exposición Homenaje a la poesía de José Hierro, un proyecto que unió pintura y literatura en un diálogo profundo entre dos lenguajes: el del color y el de la palabra.
Las obras nacen de la lectura y la emoción ante los versos del poeta, y cada cuadro se convierte en una interpretación plástica de su universo: la memoria, el tiempo, la luz y la soledad.
Orallo traduce la voz poética en imagen, y el verso en gesto pictórico, construyendo un espacio donde la pintura se hace palabra y la poesía, imagen.
Esta exposición marcó un punto esencial en su trayectoria, al revelar su capacidad para convertir la emoción poética en materia visual y reafirmar su vínculo con la creación literaria como fuente de inspiración artística.
1985
Medidas : 200x200cm, 228x246cm, 200x1300cm
Técnica: mixta s/ lienzo
Alucinación submarina, 200×1300
En este tríptico, Roberto Orallo transforma el poema de Hierro en visión. Las figuras se reflejan y se desvanecen en el mar, atrapadas entre la luz y la sombra. El azul envuelve la escena como una respiración lenta, donde la forma humana se disuelve en su propio reflejo: ya solo queda el mar, como memoria y silencio.
Despedida al mar, 200x200cm
La figura central, casi transparente, se aferra al límite del mar como quien intenta retener lo que inevitablemente se escapa. Las líneas tensas y la espuma blanca sugieren un forcejeo entre el deseo de permanecer y la certeza de la pérdida. Inspirada en los versos de José Hierro, la obra expresa el instante final del adiós: el poeta se despide del mar y de su propia memoria, sabiendo que jamás volverá a contemplarlo con los mismos ojos.
Demasiado tarde, 200x200cm.
La escena representa un intenso encuentro entre dos figuras: una verde, que permanece sentada y parece desvanecerse, y otra blanca que se inclina hacia ella en un gesto desesperado. Una franja de luz atraviesa el cuadro, separando y uniendo a la vez los dos mundos —el de la vida y el del recuerdo—. Inspirada en la poesía de José Hierro, la obra traduce el instante en que la emoción y la pérdida se confunden, cuando ya es “demasiado tarde” para retener lo que se ama.
Desaliento, 228x246cm
La obra evoca el peso del desaliento y la tensión entre cuerpo y espíritu. Dos planos —uno físico y otro interior— se enfrentan en un mismo espacio: la figura encogida arriba y el rostro que busca sentido abajo. Inspirada en la poesía de José Hierro, la pintura traduce en imágenes la emoción contenida y la lucha por sostener la esperanza entre la memoria y la pérdida.
Serie Ulises de Joyce
La serie Ulises -1999- está inspirada en la obra homónima de James Joyce.
Como en la novela, el viaje deja de ser una aventura exterior para convertirse en una travesía de la conciencia.
Las figuras de Orallo habitan espacios fragmentados, tiempos superpuestos, diálogos suspendidos: son proyecciones de un pensamiento que se despliega en imágenes.
El mar joyceano se transforma en planos de azul y cobre; el laberinto de la ciudad, en geometrías interiores donde cada gesto encierra un mundo.
1999
Medidas : 140 x 140 cm
Técnica: mixta s/ lienzo
Serie Ulysses, 140x140cm
Una mesa blanca se convierte en escenario de encuentro y despedida. Sobre ella, barcos de papel y un ave —símbolos del viaje y de la fragilidad— son ofrecidos o recibidos por una figura central, mientras otras presencias observan desde la distancia. Los planos azules y verdes fragmentan el espacio y aluden al mar y al horizonte. La escena, íntima y suspendida, transforma el mito en un acto cotidiano: el viaje como gesto de comunicación, el retorno como esperanza de identidad.
Serie Ulysses, 140x140cm
Dos figuras centrales dialogan o se enfrentan en un espacio delimitado por compartimentos de color. En torno a ellas, otras figuras leen, observan o se repliegan. Los azules y cobres construyen un equilibrio entre tensión y calma. El diálogo es aquí metáfora del viaje: cada palabra implica desplazamiento, cada silencio, distancia. Orallo presenta la conversación como una forma de navegar entre los otros y uno mismo, entre la presencia y el recuerdo.
Serie Ulysses: «El ciclope. Hora XII», 140x140cm.
El Cíclope, Hora XII marca la frontera entre la tragedia exterior y la introspección. Dos figuras enfrentadas —una erguida, otra arrodillada— ocupan un espacio compartimentado en azules y verdes, como un teatro mental donde se juega el conflicto entre ver y ser visto. Orallo reinterpreta el episodio del Cíclope como metáfora del poder de la mirada. La figura que apunta parece desafiar a un enemigo invisible, mientras la otra, monumental y fragmentaria, representa la fuerza ciega del instinto o de la autoridad. Las líneas geométricas estructuran el espacio como una mente analítica, dividida entre razón y deseo, entre miedo y lucidez. Hora XII señala el instante límite: el punto en que la luz revela lo que antes se ocultaba. El mito se transforma en juicio interior. El héroe y el monstruo conviven en un mismo ser, y el combate se libra dentro de la conciencia.
Serie Ulysses: «Escila y Caribdis. Hora IX», 140x140cm.
Dos figuras se enfrentan en un interior azul, bajo la luz vertical de una ventana. No hay movimiento, sólo una quietud expectante: el instante en que la elección se vuelve inevitable. Orallo traslada el mito del paso entre Escila y Caribdis al ámbito psicológico, donde los monstruos son las dudas y los miedos interiores. La composición, dividida en paneles como un retablo laico, acentúa la sensación de juicio o de revelación. Las figuras, de una solidez casi escultórica, se observan sin poder avanzar. Hora IX señala el momento del sacrificio y la lucidez, cuando el viaje se detiene para volverse comprensión.
Serie Ulysses: «Telémaco», 140x140cm
Telémaco, Hora I inaugura la Serie Ulises desde la quietud de lo íntimo. La escena, dividida en paneles como un relato visual, muestra al joven Telémaco frente al espejo, atrapado aún en el espacio doméstico mientras la llamada del exterior comienza a insinuarse. El remolino de agua, la vegetación que asoma tras la ventana y el gesto suspendido de la figura anuncian el tránsito entre la espera y el despertar. Frente a los paisajes abiertos y el viaje errante que dominarán el resto del ciclo, esta obra funciona como umbral simbólico: el instante en que la identidad se interroga y el viaje, todavía latente, empieza a tomar forma.
Serie tierra sin ellos
En la serie Tierra sin ellos -2000-, Roberto Orallo aborda un territorio dominado por la ausencia y la desolación. La geometría, antes instrumento de equilibrio, se convierte aquí en un sistema de contención y violencia: una estructura que aprisiona, mide y vigila. Los personajes parecen atrapados en un orden que no comprenden, víctimas de un destino colectivo marcado por la tragedia, la separación y la memoria oscura.
El color, intenso y dramático, actúa como fuerza simbólica: los rojos y amarillos sugieren advertencia y fuego; los negros, silencio y condena. La mirada del artista se detiene en lo humano desde una distancia ética y emocional, proponiendo una reflexión sobre la fragilidad y la resistencia.
2000
Medidas : 200 x 200 cm
Técnica: mixta s/ lienzo
Serie Tierra sin ellos III, 200x200cm.
Las figuras humanas se alzan entre discos amarillos y rojos que dividen el espacio como señales de advertencia o campos de energía. Entre ellas, las aves actúan como testigos o mensajeras de otro plano de realidad. Una figura femenina, en primer plano, contempla el conjunto con un rostro dividido, donde el verde introduce una grieta en la identidad. El cuadro combina la verticalidad ritual de los cuerpos con la tensión geométrica del fondo, generando una atmósfera de exilio y espera. La escena sugiere un territorio donde los seres permanecen detenidos, a medio camino entre la memoria y la desaparición.
Serie tierra sin sin ellos. Frente a la ciudad.200x200cm
Una trama densa de cuadrículas negras cubre toda la superficie del lienzo, como una malla de censura o confinamiento. Tras ella, emergen figuras humanas, un caballo, un cuerpo tendido, fragmentos de paisaje y arquitectura. La ciudad aparece como un espacio opaco, atravesado por la imposibilidad del contacto y la pérdida de sentido. La composición, compleja y estratificada, alterna planos de transparencia y ocultamiento. La geometría domina la escena, pero deja entrever gestos de dolor, solidaridad y resistencia. En el límite entre el orden y el caos, Orallo convierte la pintura en metáfora de una condena ininteligible, de un mundo que persiste a pesar de su propia ruina.
Serie Tierra sin ellos, Trama. 200x200cm
En Trama, el cuerpo humano aparece diseccionado y atrapado dentro de una estructura geométrica que se asemeja tanto a una red como a una celda. La figura central, extendida en cruz, muestra su anatomía interior: músculos, órganos, huesos y venas que se exponen como mapa de la vulnerabilidad. A su alrededor, otras siluetas blancas observan desde el límite del espacio, suspendidas entre la indiferencia y el espanto.
Tierra sin ellos: «Pateras». 180x180cm
En esta serie, Roberto Orallo articula un universo de figuras humanas sometidas a tensiones extremas. La geometría —habitualmente orden y medida en su obra— se convierte aquí en una estructura de confinamiento, una red que atrapa cuerpos y emociones. Las cuadrículas, los fondos de rejillas y los encuadres compartimentados funcionan como metáforas del aislamiento, del control y de la pérdida de identidad colectiva.
Tierra sin ellos, 200x200cm.
Los personajes de Tierra sin ellos habitan un territorio incierto, sin referentes claros ni espacio de salvación. La tragedia se insinúa en la inmovilidad de los cuerpos, en los rostros vacíos o distorsionados, en las anatomías diseccionadas que muestran su interior como si se tratara de una autopsia moral. Orallo logra un lenguaje de gran densidad simbólica, donde la violencia y la contención conviven en equilibrio con la belleza plástica del color y la composición.
Serie de tus espejos
La serie De tus espejos marca un punto de inflexión en la obra de Roberto Orallo, situada entre la intensidad expresiva de Catarsis (1986) y la sutileza simbólica de Sensaciones (2014). Aquí el artista refina su lenguaje plástico y profundiza en una dimensión introspectiva donde el ser humano aparece como fragmento de un espejo mayor: el del pensamiento y la percepción.
Durante los primeros años del siglo XXI, Orallo se interesa por la idea del reflejo como metáfora del conocimiento —un eco de la tradición filosófica y poética—, pero también como problema pictórico. La superposición de planos, las tensiones entre figura y fondo, la alternancia entre lo geométrico y lo orgánico, evidencian su preocupación por el límite entre lo visible y lo imaginado.
En De tus espejos, el espectador se enfrenta a un juego de reciprocidades: lo que observa lo devuelve. Cada obra es espejo del mundo, pero también de quien la contempla.
2000-2003
Medidas : 200x200cm
Técnica: mixta s/ lienzo
Serie de tus espejos I , 200×200 cm
En esta obra, Orallo organiza una secuencia de figuras femeninas dispuestas frontalmente, como en un friso ritual o una procesión simbólica. Cada cuerpo, delimitado por franjas verticales, comparte una estructura común pero conserva su individualidad en los gestos y en los rostros, fragmentados por planos verdes y blancos que evocan máscaras o espejos interiores. El artista contrapone la rigidez del orden geométrico —las diagonales, los bloques cromáticos de azul y rojo— con la vulnerabilidad de los cuerpos desnudos. La repetición genera un ritmo casi musical, una cadencia que transforma la identidad en eco. En la parte inferior, los rostros invertidos prolongan el juego del reflejo y la dualidad: son los otros yoes, los que nos miran desde el reverso de la imagen. La pintura se convierte así en metáfora de la conciencia que se desdobla y se interroga
Serie de tus espejos II, 200×200 cm
Durante los primeros años del siglo XXI, Orallo se interesa por la idea del reflejo como metáfora del conocimiento —un eco de la tradición filosófica y poética—, pero también como problema pictórico. La superposición de planos, las tensiones entre figura y fondo, la alternancia entre lo geométrico y lo orgánico, evidencian su preocupación por el límite entre lo visible y lo imaginado.
Serie de tus espejos III, 200x200cm
En De tus espejos, el espectador se enfrenta a un juego de reciprocidades: lo que observa lo devuelve. Cada obra es espejo del mundo, pero también de quien la contempla.
Serie de tus espejos IV, 200×200 cm
Un anfibio dorado se desplaza en un espacio geométrico que lo contiene y lo fragmenta. La trama de rombos funciona como rejilla visual y simbólica: divide, ordena y al mismo tiempo multiplica las posibilidades de lectura. Los colores vivos, el azul y el oro, contrastan con los planos oscuros y con los motivos circulares que sugieren movimiento y reflexión. El animal —símbolo de metamorfosis y de tránsito entre mundos— se convierte en figura central de una dialéctica entre lo instintivo y lo racional, entre la vida que fluye y la forma que intenta fijarla.
Serie de tus espejos V , 200x200cm
Una constelación de rostros emerge sobre un fondo negro que disuelve el tiempo y la distancia. Cada cabeza aislada parece contener una emoción suspendida, un instante de conciencia que se repliega sobre sí mismo. Las figuras no se comunican, pero se intuyen; forman un coro silencioso de presencias que buscan reconocerse en la sombra. En esta composición, el vacío adquiere protagonismo y se convierte en superficie de reflexión. La identidad se fragmenta en múltiples gestos que, al sumarse, construyen una imagen colectiva del pensamiento.
Serie Desde la Azotea
En mi obra, aparte de las técnicas, siempre hay construcciones geométricas en el interior de la obra. En este momento surgen volúmenes prismáticos (que ya venían de diseños anteriores, “de tus espejos”, de “implantes”, etc.), y en la parte superior coexisten situaciones allí y distintos personajes, y hasta un gato.
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En la trayectoria de Roberto Orallo, la geometría nunca es solo un ejercicio formal: es la columna vertebral desde la que se construye un espacio para el pensamiento, la narración y la introspección. La serie Desde la Azotea (2004) continúa esta investigación sobre la forma prismática, desarrollada previamente en trabajos como De tus espejos o Implantes, pero ahora elevada —literalmente— hacia un territorio simbólico más complejo.
Las construcciones geométricas que ocupan el interior del cuadro se elevan en forma de prismas que sugieren azoteas, terrazas o miradores. Son espacios delimitados pero abiertos, fragmentos de ciudad descompuesta en planos superpuestos, donde la rigidez de la arquitectura dialoga con la fragilidad de la presencia humana.
En la parte superior de estas estructuras, aparecen personajes, situaciones dispares y hasta un gato, creando microescenas que, sin necesidad de relato explícito, sugieren vidas que transcurren en la altura, alejadas pero visibles. La mirada del espectador también se eleva: se convierte en un voyeur urbano que observa, desde abajo o desde lejos, lo que acontece en esos planos elevados.
El espacio pictórico de Orallo no es solo un lugar de representación: es un espacio habitado, reflexivo, donde la geometría no encierra, sino que abre posibilidades de lectura emocional y existencial. Así, Desde la Azotea se convierte en una metáfora de la observación: mirar desde arriba para entender lo que acontece dentro y fuera de uno mismo.
2005
Técnica: mixta s/lienzo
Tamaño: 200x200cm
Desde la Azotea V, 200x 200cm.
En la parte superior de cada composición se desarrollan pequeñas situaciones humanas —encuentros, esperas, gestos mínimos— que conviven con el rigor de las formas geométricas. A veces aparece un gato, un árbol, una sombra leve, recordándonos que incluso en la arquitectura más racional habita la ternura del azar.
Desde la Azotea VII, 200x200cm
La convivencia se articula en planos de color que ordenan la presencia humana como si fuera una partitura visual.
Desde la Azotea VIII , 200x200cm
Una figura solitaria observa desde lo alto un mundo fragmentado. El orden geométrico contrasta con la multitud que habita el plano inferior. Entre la estructura y el vacío, la obra respira silencio y contemplación.
Desde la Azotea IX, 200x200cm
Desde la altura, el espacio se cubre de formas flotantes, casi nubes que avanzan sobre el silencio. En medio de ese paisaje suspendido, una figura observa desde su pequeño cubo, aislada y lúcida. La geometría ordena, el cielo se fragmenta, y el artista convierte la soledad en un acto de contemplación.
Serie Ajedrez
La Serie Ajedrez de Roberto Orallo nace como homenaje a Arturo Pomar, el gran prodigio español del ajedrez, y a su memorable partida contra el maestro alemán Alexander Fichert durante la Segunda Guerra Mundial. Aquel encuentro, concluido en tablas, simbolizó la esperanza en medio de la barbarie.
En estas obras, Orallo sustituye las piezas del tablero por pájaros, transformando el juego en una metáfora de libertad y reconciliación. El vuelo de las aves, ajeno a las reglas estrictas del ajedrez, introduce un elemento poético que rompe la rigidez del tablero, evocando la posibilidad de que todo conflicto —como aquella partida— termine en tablas y con ello finalice la guerra.
La serie combina el interés del artista por la narración visual con su capacidad para dotar de significado simbólico a la forma y al color. El tablero se convierte en un escenario de esperanza, donde el arte ofrece una vía de reflexión sobre la paz, la memoria y la condición humana.
2022
Técnica: mixta s/lienzo
Tamaño 4 cuadros: 200×200 cm
Tamaño 2 cuadros horizontal: 100×200 cm
Tamaño 2 cuadros vertical: 200×100 cm
Silencio, Pájaros, Ajedrez, 200×200 cm
En esta serie, Roberto Orallo convierte el ajedrez en metáfora del pensamiento y la espera. El silencio ocupa el tablero como espacio interior, mientras los pájaros irrumpen con su vuelo y rompen la geometría del orden. Entre la estrategia y la libertad, la obra revela un diálogo entre la razón y la emoción, entre lo calculado y lo imprevisible.
Jaque II. 200x100cm
Dos tableros, dos miradas, dos silencios frente al mismo juego. El espacio se divide entre la razón y la espera, entre el pensamiento y el vuelo. Los pájaros, testigos del tablero, son también las piezas invisibles de la partida. Entre ellos y la figura humana se extiende el silencio del cálculo, el eco del movimiento que aún no sucede.